En El rosa debe ser ruido, primer libro de cuento de Aidalís Rivera Quiñones, el intercambio de significado parecería ser el motor en cada uno de sus cuentos. Estos se bifurcan en un adentro y un afuera. Paer aveces, el adentro deja de ser metáfora del hogar, seguridad, protección y abrazo y se convierte en golpe, incomodidad y horro. Lo mismo sucede a la inversa, esa calle violenta, tenebrosa, visceral, se convierte en soporte y redención para sus personajes.
El intercambio, sin embargo, no se limita a concepciones tempo-espaciales. Aquí el amor significa amor, pero también podría significar miedo; y el miedo a su vez ternura; y la ternura, felicidad; y esta, violencia y la violencia, redención. Así, Aidalís va tejiendo sus historias, llevándonos por todo un andamiaje rizomático creado por la acción del permutar.